EL ABC DE BIRMANIA

No se porque en el Perú no termina de cuajar una buena página de noticias internacionales. Quizás la de El Comercio sea la que más se acerque al ideal – de hecho, cuenta con quien es nuestro mejor analista, Farid Kahhat – pero el resto de diarios (incluyendo a mi favorito, Perú.21) no terminan de dar la debida importancia a lo que ocurre en el resto del planeta. Y en los blogs – mea culpa – tampoco tenemos hasta ahora un buen espacio de noticias y ánalisis internacional. Por ello es que, cuando tengo que ver algo del orbe, acudo a los medios extranjeros.

Y quizás sea por eso que para muchos sea desconocido lo que viene pasando en Birmania, una república de Asia donde los ojos de todos los medios internacionales vienen concentrando desde hace semanas su atención.

La historia más o menos es la siguiente. Desde 1962, Birmania es gobernada por militares, pero de distinto signo. Entre las décadas de 1960 y 1980, el signo del país era claramente socialista: nacionalizaciones de actividades económicas, aislamiento internacional y la creación de un régimen de partido único (el Partido Birmano del Programa Socialista). En 1988, la crisis económica causada por la devaluación de la moneda y los reclamos por democratizar el país condujeron a la aparíción de la Liga Nacional por la Democracia y a una serie de protestas estudiantiles, protestas que se agudizaron el 8 de agosto de 1988 y que culminaron en una violenta represión que costó la vida de 3,000 personas, según los cálculos más confiables.

Luego de un golpe interno en las Fuerzas Armadas, se convocan a elecciones parlamentarias en 1990, que son ganadas por la Liga Nacional por la Democracia, liderada por Aung San Suu Kyi. Sin embargo, la dictadura desconoció los resultados, encarceló a la líder opositora – cuya lucha la ha hecho merecedora al Premio Nobel de la Paz y a varias entradas y salidas de prisión o arresto domiciliario – y la represión continúa.

¿Qué es lo que ha pasado en estos últimas semanas? Pues que el gobierno aumentó el precio de la gasolina y eso aumentó los precios de todos los productos de primera necesidad. Esto desató las protestas que, esta vez, han sido encabezadas por los monjes tibetanos, quienes gozan de gran prestigio en la sociedad birmana. El régimen se encuentra desacreditado y, además, con sanciones internacionales por doquier. La represión ya ha cobrado víctimas – incluso periodistas internacionales – y miles de detenidos.

Una situación que me recuerda que todas las dictaduras acaban mal.

MAS SOBRE EL TEMA:
El Comercio: Junta militar birmana se reunirá con la oposición
El Páis: El museo de los horrores
El Mundo: Crónicas desde Asia